Cuando el neoliberalismo triunfante se agrieta
Franck Gaudichaud
Punto de vista internacional
Traducido por Rocio Gajardo Fica y revisado por Caty R.
El 22 de septiembre del 2011 con traje oscuro, corbata violeta y camisa celeste, el presidente Sebastián Piñera sube a la tribuna de la asamblea general de la ONU. El jefe del gobierno chileno y exitoso empresario multimillonario muestra una amplia sonrisa. En estos tiempos de crisis del capitalismo, él reivindica una economía floreciente, con una tasa de crecimiento de más de un 6% del PIB (principios de 2011). Durante su breve discurso ante los principales jefes de Estado del planeta insiste, también, en el conflicto social relacionado con la educación que atraviesa su país desde hace varios meses: “la carrera por el desarrollo y la batalla por el futuro, debemos ganarla en las aulas”, afirmaba. Aseguró que su gobierno pretende “garantizar una educación para todos y una educación gratuita para todos los que la necesitan”. Y el hecho de que los jóvenes de Chile luchen valientemente incluso es una prueba de la buena salud de la democracia chilena, todos movilizados por “una noble causa, grande, bella que es la de dar una educación de calidad” al pueblo. Magia del verbo propia de un político… quién podría pensar que está escuchando al representante de una derecha dura, de regreso a la cabeza del Estado 20 años después del final de la dictadura militar (1989) y comprometida, a cualquier precio, en la continuidad de esta revolución capitalista impuesta a sangre y fuego sobre las cenizas de la Unidad Popular y el cadáver de Salvador Allende 1 . En lo más recóndito de los barrios populares, en el corazón de las innumerables marchas que agitan las ciudades del país, entre las decenas de colegios, liceos y universidades ocupadas, este discurso se recibe como una provocación más. El poder no comprende lo que subyace en la sociedad, o más bien intenta aparentar que no comprende. El día de esa intervención en la ONU, manifestaciones y coloridos desfiles mostraron a la Moneda 2 que el movimiento por una educación “gratuita pública y de calidad” no está muerto. En la tarde del 23 de septiembre Camila Vallejo, una de las dirigentes de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) subrayaba, con un cierto dejo de ironía, que el discurso del presidente estaba lleno de “contradicción, incoherencia e inconsistencia”, en el mismo momento en que Piñera se negaba a cualquier negociación seria y seguía desplegando todo un arsenal represivo 3 .
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