M. Colloghan

lundi 19 décembre 2011

Cooperativas de vivienda en Uruguay: Una respuesta habitacional para los sin tierra urbanos

Par Fiorella Russo
Article publié le 16 décembre 2011 sur http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=12465
La Ciudad Viva. Ayuda mutua en Uruguay. Fuente: Benjamín Nahoum y Raúl Vallés.

En la ‘multicrisis’ actual nos enfrentamos a profundas dificultades que afectan severamente al conjunto de las sociedades en el ámbito global, especialmente desde la perspectiva económica, política y social. En este sentido, el acceso a la vivienda representa un problema histórico, tradicionalmente más urgente en los países emergentes. Sin embargo, en España, tras los estragos causados por el estallido de la burbuja inmobiliaria e hipotecaria de la última década, el déficit habitacional alcanza cada vez a una mayor parte de la población, y lo mismo sucede en otros países europeos desarrollados.



Podríamos decir que, ahora más que nunca, nos encontramos ante una fase impostergable de reflexión colectiva que exige, por un lado, encontrar soluciones alternativas, y, por otro, dar un salto desde el mundo de las ideas, necesidades y deseos, hacia el de la realidad práctica, tangible y posible. Sin ir más lejos, el problema del hábitat y las cooperativas (tanto de profesionales como de vivienda) fueron algunos de los temas debatidos en las mesas redondas del I Congreso del Sindicato de Arquitectos “Nuevas visiones para nuevos tiempos”, celebrado en Madrid el pasado 26 de noviembre.

En este marco general, varios motivos nos han impulsado como arquitectas e investigadoras a estudiar y compartir el caso de las cooperativas de vivienda en Uruguay. El primero, porque creemos que resulta conveniente nutrirnos de experiencias positivas que nos aporten referencias concretas, sirviendo este ejemplo como una buena práctica pionera en materia de autogestión y vivienda social, que cuenta con una valiosa trayectoria de más de cuarenta años.

El segundo, porque es un ejemplo paradigmático de cómo los técnicos pueden trabajar exitosamente al servicio de la población ‘con y para la gente’, atendiendo la complejidad de la problemática habitacional de forma integral con equipos interdisciplinares, un tema clave que está sobre la mesa en los debates y en los discursos sociales y políticos más actuales, y que tantas dudas generan, sobre todo por el desconocimiento de prácticas que las hagan efectivas.

Por último, y no menos importante, el compromiso que asumimos de difundir una síntesis de las dos últimas conferencias impartidas en Granada2 por el ingeniero Benjamín Nahoum y el arquitecto Raúl Vallés – dos de los más destacados referentes en vivienda social y cooperativismo de vivienda en Uruguay -, momento en que tuvimos la oportunidad de reunirnos con ellos y entrevistarlos3. Aprovechamos este medio para agradecerles públicamente su buena disposición y el enorme entusiasmo que nos transmitieron.

La Ciudad Viva. Complejo Bulevar, Montevideo. Fuente: Benjamín Nahoum y Raúl Vallés.

En este artículo de introducción, nos referiremos sucintamente a los aspectos esenciales que caracterizan al sistema cooperativo de vivienda uruguayo, para dar una visión general acerca de en qué consiste y cuáles son sus principales virtudes. Anunciamos que cada uno de estos temas será profundizado en los posteriores artículos que publicaremos en este medio, entretejiendo análisis y síntesis de las conferencias mencionadas, y ampliando la reflexión a otros contextos, en los que han surgido respuestas relacionadas.

En América Latina, hasta ahora, el modelo uruguayo se ha reproducido en Brasil, Paraguay, Bolivia, Argentina, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala, adecuándose y reinventándose según las particularidades de cada caso. En España pensamos en cooperativas de vivienda como Sostrecivic en Barcelona, Oikoop en Madrid y La Cooperativa de Huetor en Granada. Otras iniciativas europeas interesantes son Luis Labín en Burgos, Sargfabrik y Miss Sargfabrik en Viena, e iniciativas como las de Notre Atelier Commun en Boulogne sur Mer, Beaumont en Ardèche, Tourcoing y Marsella.

Las cooperativas de vivienda suponen un subsistema colectivo y organizado de lo que en Latinoamérica se conoce como ‘ Producción Social del Hábitat’, definido por Enrique Ortiz4 como “todos aquellos procesos generadores de espacios habitables, componentes urbanos y viviendas, que se realizan bajo el control de autoproductores y otros agentes sociales que operan sin fines de lucro. […] las modalidades autogestionarias incluyen desde la autoproducción individual espontánea de la vivienda hasta la colectiva que implica un alto nivel organizativo de los participantes y, en muchos casos, procesos complejos de producción y gestión de otros componentes del Hábitat”. La vivienda es concebida como un concepto más amplio de hábitat residencial, trasciende la idea de objeto y se entiende como un proceso de elaboración continua, considerando aquellos elementos, servicios y espacios de proximidad necesarios vinculados intrínsicamente al habitar.

Hacia 1966, surgen las tres primeras experiencias-piloto de cooperativas de vivienda en Uruguay, promovidas por el CCU (Centro Cooperativista Uruguayo), cuyo éxito será el mejor antecedente. El origen formal e institucionalizado del modelo es posterior, y se da con la Ley Nacional de Vivienda aprobada en Uruguay en 1968, para atender la promoción de programas de vivienda social. Dicho marco jurídico incluye a las cooperativas de vivienda según los principios del cooperativismo4, y las define específicamente como sociedades que “tienen por objeto principal proveer de alojamiento adecuado y estable a sus asociados, mediante la construcción de viviendas por esfuerzo propio, ayuda mutua, administración directa o contratos con terceros, y proporcionar servicios complementarios a la vivienda”.

El primer aspecto a destacar es que el modelo cooperativo5 se incluye en la Ley para dar solución habitacional a los sectores de población que por su situación económica se ven impedidos de acceder a una vivienda de las que oferta el mercado, por consiguiente responde a una necesidad básica de los sin tierra urbanos1, como indica el título del artículo.

Por esto, el rol del Estado es esencial, porque se encarga de supervisar y financiar las viviendas, en cumplimiento de garantizar a los ciudadanos el derecho a una vivienda digna6. A través del banco de tierras del Estado, una vez que las familias reciben el crédito, acceden a un terreno de uso urbano, provisto de los servicios necesarios para la construcción de una vivienda (saneamiento, luz, agua potable, etc.). Este mecanismo favorece que el crecimiento de la ciudad concuerde con lo planificado, evitando que las familias de menores recursos se asienten en los terrenos periféricos que suelen ser más baratos y no en los más adecuados.

La autogestión y la solidaridad representan los pilares en los que se funda el cooperativismo uruguayo. La propia gente es la que se organiza y la que toma las decisiones, movida desde la base por una necesidad común, para resolverla de forma colectiva. En Uruguay se han extendido principalmente dos grandes tipos de cooperativas de vivienda que varían según su forma de gestión: las de ‘ahorro previo’ en las que los interesados contribuyen con una parte del capital necesario para construir (agrupados en FECOVI, Federación de Cooperativas de Vivienda de Usuarios por Ahorro Previo) y las de ‘ayuda mutua’7 en las que la gente aporta su mano de obra y trabajan en la construcción de sus viviendas (agrupados en FUCVAM, Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua). Por otra parte, existen dos regímenes de tenencia, en el individual cada familia es propietaria de su vivienda, y en el colectivo las viviendas son propiedad de las cooperativas y las familias asumen el derecho al ‘uso’, e incluso la deuda la afronta la comunidad. En el caso de FUCVAM y FECOVI, el modelo es la propiedad colectiva.

El rol de los técnicos también es indispensable y por eso la ley igualmente incluye la figura ‘indisoluble, necesaria e imprescindible’ de los IAT (los institutos que los agrupan), integrados por profesionales de la arquitectura, ingeniería, contabilidad, legislación y trabajo social -entre otros-, formados como equipo para asesorar y acompañar a los cooperativistas en cada una de las fases, muy especialmente en la capacitación y toma de decisiones. Según las exigencias de la legislación, una cooperativa debe tener contratado un IAT previamente a la gestión del crédito, y éstos, a su vez, deben ofrecer sus servicios sin fines de lucro o especulativos (los técnicos cobran honorarios que cubren exclusivamente el valor de su trabajo, sin que se generen excedentes o lucro).

En próximas publicaciones, centraremos nuestro análisis en la originalidad del modelo promovido por FUCVAM, combinando ‘ayuda mutua y propiedad colectiva’, además de tratar temas relacionados como el rol de los técnicos y los IAT y los procesos de reactivación y reciclaje urbano en barrios como La Ciudad Vieja de Montevideo. Estos artículos irán apareciendo a lo largo de 2012, en correlación al Año Internacional del Cooperativismo.

De esta forma sembramos en un terreno ya abonado, por numerosos artículos y debates, en torno a la cuestión del hábitat social y las estrategias de regeneración de barrios, iniciados por corresponsales como SUJU, la panadería, Eduardo Torres, Pilar Pinchart, Jorge Galindo, Ethel Baraona, Israel Nagore, Brijuni o Stepienybarno. Agradecemos a La Ciudad Viva y especialmente a Daniel Ayala Serrano, por la cálida acogida de la propuesta, la oportunidad de compartir y el espacio físico dónde publicarlas, difundirlas y debatirlas.

Fiorella Russo + Eva Chacón

Notas:
[1] Como se refieren Benjamín Nahoum y Gustavo González en su reciente libro ‘Los sin tierra urbanos: causas, propuestas y luchas populares’ (2011, Ediciones Tricle).
[2] Conferencias impartidas por Benjamín Nahoum y Raúl Vallés en Granada, octubre de 2011: ‘La producción Social del Hábitat: un desafío para la arquitectura y la interdisciplina. La experiencia uruguaya del cooperativismo de viviendas’ (25 de octubre, Colegio Oficial de Arquitectos de Granada), y ‘La ciudad que hace la gente: autoproducción individual y colectiva, vivienda cooperativismo y ciudadanía’ (26 de octubre de 2011, ETS Arquitectura – Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio, Universidad de Granada).
[3] En esta entrevista conversamos acerca de su impronta profesional como técnicos, miembros y representantes -en el caso de Benjamín Nahoum- de FUCVAM (Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua) y -en el caso de Raúl Valles- de los IAT (Institutos de Asesoramiento Técnico), además de la experiencia docente especializada que en ambos casos trasciende el ámbito de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La República (Montevideo, Uruguay), y se extiende al conjunto de países iberoamericanos principalmente. Las entrevistas serán publicadas próximamente en el blog de Stepienybarno.
[4] ORTIZ, Enrique: ‘Con los pies en la tierra’. En: ‘Vivitos y coleando’. Editorial HIC-al y Universidad Autónoma Metropolitana. México D.F, 2002.
[5] Principios y valores cooperativos adoptados en Manchester el 23 de septiembre de 1995, por la International Cooperative Alliance (conocida en español por su sigla ‘ACI’ – Alianza Cooperativa Internacional).
[6] El derecho a una vivienda digna en Uruguay, Art. 45 de la Constitución: “Todo habitante de la República tiene derecho a gozar de vivienda decorosa. La ley propenderá a asegurar la vivienda higiénica y económica, facilitando su adquisición y estimulando la inversión de capitales privados para ese fin”.
[7] ‘Ayuda mutua’ según la Ley Nacional de Vivienda en Uruguay, Art. 136: “La ayuda mutua en el trabajo comunitario, aportado por los socios cooperadores para la construcción de los conjuntos colectivos y bajo la dirección técnica de la cooperativa” .

* Este artículo ha sido escrito con carácter divulgativo y sin ningún tipo de ánimo de lucro. Así que si te apetece compartirlo en cualquier otro medio, estaremos encantados de que lo hagas siempre y cuando cites el lugar donde lo has encontrado.

* Fiorella Russo es arquitecta e investigadora en el Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio de la Universidad de Granada y en la International Network for Urban Research and Action [INURA]. Es miembro activa de ADOBE ‘Arquitectura y Compromiso Social’.

* Eva Chacón es arquitecta, docente e investigadora en el Departamento de Construcciones Arquitectónicas de la Universidad de Granada y coordinadora del Proyecto I+D+i Reciclajes Urbanos, dirigido por Elisa Valero.

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